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Nunca hubo una buena guerra o una paz mala

Nunca hubo una buena guerra o una paz mala

Al margen del caos en el que se ha visto inmerso el principal partido político de la oposición en España durante los últimos días, la noticia de la semana ha estado, sin duda, en el frente geopolítico. La nueva ofensiva de Putin en el conflicto Rusia-Ucrania con el reconocimiento de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, y el envío de tropas rusas a la zona ha disparado la tensión internacional. Es obvio que una guerra no beneficia a nadie, pero llegando a estos extremos cualquier “error” podría servir de detonante para una escalada bélica. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos, pero todo apunta a que el conflicto y con ello las tensiones en los mercados pueden prolongarse en el tiempo.

Las generaciones actuales son las que más cómodamente viven, los niveles de pobreza están en mínimos históricos, la esperanza de vida no ha dejado de aumentar durante décadas, hay cada vez menos conflictos bélicos y la clase media está en aumento a nivel mundial, una tendencia que se ha visto alterada con la pandemia pero que continuará en los próximos años a medida que se extiende el progreso económico. Todo este progreso se daba por descontado a pesar de que el mundo vivió bajo la amenaza de una guerra nuclear desde 1949 hasta 1991 pero a medida que aumentaban los arsenales nucleares de las dos superpotencias, EE. UU. y la Unión Soviética, más improbable se volvía que estallase un conflicto. La teoría de la Destrucción Mutua Asegurada (mutually assured destruction o MAD, palabra que en inglés significa ‘loco’) hacía imposible que ninguno de los dos bandos iniciase un ataque arriesgando su propia autodestrucción.  El problema de los períodos prolongados de paz interrumpidos por pequeñas guerras es que te acostumbras a la vida tranquila. La crisis de Ucrania aún puede producir la guerra más grande en Europa desde 1945. O puede producir un nuevo y extraño híbrido de ataques cibernéticos y sabotajes. En el tenso enfrentamiento entre la OTAN y Rusia por Ucrania, está claro que Rusia parece más comprometida con su causa que la OTAN con la defensa de la soberanía ucraniana. Desconocemos que medidas se llevarán a cabo, pero las sanciones económicas, que han limitado entre un 2 y 3% el crecimiento de Rusia desde la ocupación de Crimea en 2014, pueden volverse aún más duras, aunque esto no parece afectar a las autoridades rusas. Otra bala que manejan los norteamericanos será la opción de bloquear a Rusia el sistema SWIFT, imposibilitándola de poder pagar sus importaciones y recuperar los beneficios obtenidos por la venta de sus productos. Además, si lo que Rusia pretendía era frenar la expansión de OTAN hacia sus fronteras parece que el efecto será el contrario y los países del centro y Este de Europa pedirán con mayor insistencia de presencia de tropas estadounidenses en sus países para proteger su integridad. Por otra parte, la sustitución de la OTAN por un ejército genuinamente europeo, propuesta liderada por Francia, se aleja. La puesta en marcha del gasoducto Nordstream 2 queda en suspenso, todo esto con China que estará calibrando la respuesta de unos EE. UU. que necesitan fortalecer su imagen después de la retirada de Afganistán.

Este aumento de la tensión en la frontera ruso-ucraniana ha vuelto a provocar importantes subidas en el precio del gas natural y petróleo. El gas natural europeo se ha disparado un 10% en el día de ayer cotizando en torno a 80 euros, aún lejos de los niveles máximos vistos en diciembre (180 euros). Por su parte el petróleo europeo (Brent) comenzó la sesión de ayer revalorizándose casi un 4%, llegando a superar niveles de 99 dólares el barril. Precio no visto desde 2014. Seguramente en breve superará la barrera de 100 dólares el barril.

Y en el plano puramente económico, en la eurozona, a pesar de que los precios registran el mayor incremento de la serie histórica, según el índice de gestores de compra PMI que normalmente se utiliza como indicador adelantado del PIB, la actividad en febrero aumentó. El PMI compuesto de la zona euro alcanzó en febrero los 55,8 puntos. Un aumento respecto a los 52,3 puntos de enero, y su mejor dato en cinco meses. Este índice, está diseñado de forma que siempre que el dato se encuentre por encima de los 50 puntos se considera que la economía está en expansión. La subida se explica fundamentalmente por la relajación de las medidas contra el covid que se impusieron en la mayoría de los países para frenar el avance de ómicron. En cuanto al desglose por sectores, los servicios muestran una mejora sustancial pasando a 55,8 respecto al 51,1 del mes anterior. Por su parte el sector manufacturero cae ligeramente a 58,4 puntos respecto a los 58,7 del mes anterior. Pero a pesar de la mejora en los PMIs que apuntan a que, una vez superada la última ola de la pandemia, el crecimiento económico de la Eurozona se va a acelerar de nuevo, el último informe mensual del banco central de Alemania, el Bundesbank, afirmaba que es muy posible que la economía alemana se contraiga también en el 1T2022, lastrada por las restricciones impuestas para luchar contra la pandemia, lo que supondría que Alemania habría entrado en recesión técnica (dos trimestres seguidos de contracción intertrimestral del su PIB) Este viernes se publica la lectura final del PIB del 4T2021 del país, y se espera que se confirme la contracción Inter trimestral del 0,7%. No obstante, los analistas del Bundesbank señalaron que esperan un fuerte repunte de la economía alemana en el 2T2022, siempre y cuando la crisis ucraniana no vaya a más y las potenciales sanciones a Rusia no se terminen volviendo en su contra, sobre todo en lo que hace referencia al precio de la energía.

Impacto:

La bioacumulación de plásticos, como sabemos, es un grave problema: Una media de 8 millones de toneladas de este persistente residuo acaba en los océanos que no solo los contamina, sino que acaba en el estómago de la fauna marina, impactando negativamente en los ecosistemas marinos, pero no solo afecta a las especies marinas, sino que a través de ellos llegan a nuestro cuerpo, a través de nuestra dieta. En 2019, unos investigadores canadienses de la Universidad de la Columbia Británica hicieron una estimación de cuántos microplásticos, trozos de menos de cinco milímetros, consumían de media los estadounidenses ya sea por ingesta de alimentos, agua o por el aire. Entre unas 74.000 y 121.000 partículas en función de edad y sexo. Los que consumían agua embotellada ingerían una cantidad adicional de 90.000 microplásticos más, solo 4.000 si se consumía agua del grifo. En estos días, un grupo de investigadores del CSIC, ha descubierto que la ingesta de microplásticos reduce la cantidad de bacterias beneficiosas presentes en nuestro sistema digestivo y aumenta la cantidad de otros microbios dañinos, demostrando que estos agentes nocivos pueden transformarse a lo largo del tracto gastrointestinal y llegar al colon con una forma distinta, pudiendo alterar el equilibrio intestinal y por tanto la salud.

El faro de los mercados:

El paso dado por Rusia hace unas horas aumenta la incertidumbre a corto plazo. Es cierto, que una escalada bélica en el tablero europeo no parece lo más probable. Pero la reacción de Occidente, a través de sanciones, generará nuevas tensiones. Y todo en un período donde las presiones inflacionistas van en aumento. Con todo ello, lo aconsejable es extremar la prudencia y por tanto reducir la exposición a los activos de riesgo. Es cierto que en 2014 pudimos vivir una situación hasta cierto punto similar (pero sin inflación en el escenario económico). Pero no es menos cierto, que en esta ocasión el “alineamiento” de las principales potencias occidentales es superior. Por ello, los inversores deben vigilar con un ojo el frente geopolítico, y con otro las actuaciones de los bancos centrales en su objetivo de frenar la inflación. Una inflación que posiblemente marque su pico a lo largo de este primer trimestre del año, pero con una senda de moderación que podría ser muy lenta. Los efectos de segunda ronda, derivados de los aumentos salariales impedirán una caída de forma acelerada. En este escenario, los bancos centrales pisarán el acelerador en sus medidas restrictivas. Y recuerden que no sólo se trata de subir los tipos, sino también de medidas que implican la reducción de sus balances drenando liquidez del sistema. En definitiva, un año, que tendrá posiblemente muchas idas y venidas. Por el momento el año no ha comenzado bien, pero no hay que descartar momentos mejores a lo largo de los próximos meses.

La frase:

Y nos despedimos con una frase de Benjamin Graham: “El inversor inteligente es un realista que vende

a los optimistas y compra a los pesimistas”

 Resumen del comportamiento de principales activos financieros (22/02/2022)

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