La música: un lenguaje universal que transforma vidas
6 de mayo de 2025
El tema de la semana:
Por Sofia Aksenova
La música es una parte integral de nuestras vidas. Muchas personas la escuchan mientras van al trabajo, otros la utilizan como motivación durante sus entrenamientos o encuentran en ella una fuente inagotable de inspiración. Sin embargo, a pesar de su universalidad, no existe una definición común que pueda abarcar todos los aspectos de este término. Tal vez sea porque la música va más allá de las palabras. Para mí, la música es un arte invisible que habla directamente al alma y un puente entre el pasado y el futuro. Cuando una melodía se adueña de mis pensamientos, no solo me hace tararear su ritmo, sino que activa recuerdos dormidos, despierta emociones olvidadas y me invita a soñar. Como un libro sin palabras, cada melodía esconde historias que solo quienes saben escuchar pueden descifrar.
Es evidente que la música puede influir en diversos aspectos de nuestra salud y bienestar. Dependiendo de la canción o tipo de música, puede afectar niveles hormonales como la dopamina y el cortisol, así como el ritmo cardiaco, respiratorio y la presión sanguínea. Esto mejora nuestro estado de ánimo y reduce el estrés al liberar dopamina, lo que también reduce los niveles de cortisol, traduciéndose en un pulso más tranquilo. La música clásica, en particular, ha sido reconocida por su capacidad para aliviar la ansiedad y fortalecer el sistema inmunológico. Incluso existe la musicoterapia, un método que utiliza sonidos para tratar desde depresiones hasta problemas de memoria.
Además, la música tiene un efecto notable en la percepción del dolor. Al capturar nuestra atención, reduce la atención que le prestamos al dolor. Esto se debe a que el cerebro utiliza circuitos neuronales similares para procesar tanto la música como el dolor. Cuando nos sumergimos en una melodía, el cerebro se enfoca en ella, lo que limita su capacidad para procesar señales de dolor simultáneamente. Además, escuchar música que nos gusta puede aumentar nuestra sensación de control sobre el dolor, lo que es especialmente útil en situaciones que generan ansiedad.
Adicionalmente, la música es una herramienta poderosa que transforma nuestra manera de pensar. Leer una partitura es como leer un idioma diferente; requiere conocimientos específicos para descifrar sus símbolos. Cuando alguien toca un instrumento, su cerebro se convierte en una orquesta en sí mismo, activando múltiples áreas simultáneamente. Esto incluye las cortezas visuales, auditivas y motrices, lo que significa que el cerebro está procesando información visual de la partitura, sonidos musicales y movimientos precisos al mismo tiempo. Esto no solo ayuda a mejorar la memoria y la concentración, sino que también eleva la inteligencia y el rendimiento académico.
El poder de la música es verdaderamente extraordinario. Siempre recuerdo a dos compositores cuya fuerza y amor por el arte me impresiona profundamente. Figuras como Johann Sebastián Bach, quien continuó creando partituras magistrales a pesar de perder la vista, y Ludwig van Beethoven, quien compuso obras maestras a pesar de su sordera, demuestran que la música trasciende las limitaciones físicas y se convierte en una expresión profunda del alma. Esta capacidad de la música para hablar directamente al corazón nos recuerda que, incluso en el silencio más profundo, hay una canción esperando ser descubierta y escrita, una canción que forma parte de nuestra vida y de nosotros mismos.